Los hititas, también llamados hetitas o heteos,1 fueron una población de origen indoeuropeo que se instaló en la región central de la península de Anatolia entre los siglos XVIII y XII a. C., teniendo la ciudad de Hattusa como capital. Hablaban una lengua propia indoeuropea, usando jeroglíficos propios y en otras ocasiones escritura cuneiforme prestada de Asiria.
Aglutinó a numerosas ciudades-estado de culturas muy distintas entre
ellas y llegó a crear un influyente imperio gracias a su superioridad
militar y a su gran habilidad diplomática, constituyéndose así como la
"tercera" potencia en Oriente Próximo (junto con Babilonia y Egipto).
Perfeccionaron el carro de combate ligero, empleándolo con gran éxito, y
se les atribuye una de las primeras utilizaciones del hierro en Oriente Próximo para elaborar armas y objetos de lujo.
Mapa del Imperio hitita: en rojo oscuro, hacia 1560 a. C.; en rojo claro, su máxima extensión, antes de la batalla de Qadesh.
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