El Imperio británico comprendió los dominios, colonias, protectorados y otros territorios gobernados o administrados por el Reino Unido entre los siglos XVI y XX, concretamente hasta el año 1949.
Durante las primeras décadas del siglo XX, el Imperio británico abarcaba una población de cerca de 458 millones de personas y unos 33.700.000 km²,
lo que significaba aproximadamente una cuarta parte de la población
mundial y una quinta parte de las tierras emergidas, lo que lo convierte
en el imperio y estado más extenso de toda la historia.1
El pico propiamente dicho se desarrolló durante unos 100 años (el
llamado siglo imperial desarrollado entre 1815 y 1914), a través de una
serie de fases de expansión relacionadas con el comercio, la colonización y la conquista, además de períodos de actividad diplomática. Probablemente, el punto de máximo auge imperial puede situarse entre 1890 y 1920.
El Imperio facilitó la extensión de la tecnología, el comercio, el
idioma y el gobierno británicos por todo el mundo. La hegemonía imperial
contribuyó al espectacular crecimiento económico del Reino Unido y al
peso de sus intereses en el escenario mundial. En la actualidad países
que son potencias mundiales o de una gran importancia política mundial
son herederos del imperio británico: Estados Unidos, India, Canadá, Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda.
El primero en utilizar la expresión «Imperio británico» fue el doctor John Dee, astrólogo, alquimista y matemático de la reina Isabel I de Inglaterra, 1558-1603.
Territorios que en un momento u otro han formado parte de Inglaterra y posteriormente del Reino Unido a través de la historia.
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