La
Revolución rumana de 1989 (en
rumano Revoluția română din 1989) se refiere a una serie de conflictos y enfrentamientos en los últimos días de
diciembre de
1989. La conclusión de este episodio de la
historia de Rumania supuso el final del régimen
estalinista de
Nicolae Ceaușescu.
Los actos violentos que ocurrieron en varias localidades rumanas
durante aquellos días condujeron al dictador al abandono del poder y su
huida de Bucarest, en compañía de su esposa,
Elena Ceauşescu. Capturados en
Târgovişte, fueron enjuiciados por un
tribunal militar creado
ex-profeso bajo los cargos de
genocidio, daños a la economía nacional y abuso del poder para ejecutar acciones militares contra el pueblo rumano.
1 Hallados culpables de todos los cargos, fueron ejecutados el
25 de diciembre de
1989.
Rumania fue el único país del
bloque del Este donde la transición desde el
Estado socialista a uno de mercado implicó la ejecución de los líderes del país.
El número total de muertos debidos a la Revolución Rumana fue de 1.104,
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de los que 162 decesos ocurrieron en las protestas que pusieron punto
final al régimen de Nicolae Ceauşescu (protestas ocurridas del 16 al 22
de diciembre de 1989) y las restantes 942 en los disturbios ocurridos
antes de la toma del poder por parte de una nueva estructura política,
llamada
Frente de Salvación Nacional (FSN). La mayoría de las muertes ocurrieron en ciudades como
Timişoara,
Bucarest,
Sibiu y
Arad,
donde las protestas alcanzaron magnitudes mayores. El número de heridos
llegó a 3.352, de los que 1.107 corresponden al período en que
Ceauşescu aún detentaba el poder, y los restantes 2.245 corresponden al
período posterior a la toma del poder por parte del Frente de Salvación
Nacional.
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